Entraste en mi vida suave, delicado, dulce, sin hacer ruido, ocupando poco y con una sonrisa. Y así cariñosamente, sin prisas entraste en mi corazón.
Lo ordenaste, lo cuidaste, desterraste lo malo, todo lo que pudiera dañarlo, sanaste sus heridas, lo mimaste, con ternura, con sonrisas.
Todo eso y más te debo a ti, compañero, consejero, confidente, amigo, amor.
No imagino un mundo en el que no existas, un mundo en el que tú no estés, un mundo en el que tú no vivas. Es imposible, completa y totalmente imposible. Tienes la obligación de existir, de estar, de vivir. Porque no existo, no soy, no vivo, si no es por ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario