-Él no es humano- respondió
+¿Y por qué iba a serlo? ¿Esperas que los ángeles sean humanos?

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lunes, 3 de octubre de 2011

Un principio como otro cualquiera

Entrada ya la noche en la ciudad y en el oscuro callejón solo se oía el resonar de unos tacones sobre el asfalto.

Anna casi volaba sobre el suelo del estrecho callejón. La pequeña minifalda rose de volantes se levantaba algo más de lo que a ella desearía mostrar a causa del viento helado, por mucho que se esforzara en bajarla; y la pequeña chaqueta apenas lograba arroparla.

Llegaba tarde y lo sabia, pero eso no era lo que la hacia correr de esa manera, no, lo que la hacia correr era el sonido, que no hace mucho, había escuchado. El sonido de una respiración a su espalda.

Doblé una esquina y en la oscuridad pudo ver el brillo de un par de ojos oscuros que escudriñaban cada centímetro de su cuerpo.
Se dio media vuelta para correr en la dirección contraria pero alguien la agarró de las muñecas y sin darle tiempo a gritar una mano le tapó la boca.
Presa del pánico Anna se revolvió contra sus captores, sin éxito.
Intentó morder la mano del hombre que le tapaba la boca pero le fue imposible. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas al escuchar las risas de los dos hombres.
Apestaban a alcohol y llevaban la ropa sucia y rota en numerosas partes.
- Mira lo que hemos encontrado Joe, ¿no es una chica preciosa?
-Realmente lo es Bill- convino el hombre- Seguro que le encantará pasar un rato con nosotros- añadió con una sonrisa desdeñosa.
Mientras, los ojos no paraban de escrutar a la chica.

Anna cada vez lloraba más, incapaz de contenerse pensando en lo que aquellos dos hombres iban a hacerle, y se reprochaba a si misma no haber echo caso de las palabras de Adam y haber accedido a dejar que la acompañase, o simplemente por haberse puesto aquella ropa, que suscitaba tanta atención en los hombres, aunque hasta ese momento no le había molestado recibir toda aquella atención de los chicos.
Cerró los ojos a punto de desmayarse pero un grito enfurecido la hizo volver a la realidad.
Adam se alzaba ante los dos hombres rojo de rabia, estos alzaron la vista, incrédulos y seguidamente esbozaron sonrisas de superioridad.
Solo era un chico.

El primer hombre se lanzó sobre Adam mientras el segundo sujetaba a una temblorosa Anna. Adam esperaba al hombre de aspecto desaliñado y pelo negro grasiento que le caía por el rostro en mechones desordenados.
Los ojos hundidos hacia dentro por donde asomaban un par de ojos oscuros, tan negros como aquel callejón.
Ante él se alzaba Joe mostrando una sonrisa a la que faltaban varios dientes.

Se observaron mutuamente, evaluandose.

Finalmente Joe se abalanzó sobre Adam con los puños por delante y se enzarzaron en una pelea.
Rápidamente la fuerza y la experiencia del hombre se fueron imponiendo sobre Adam.
Un último puñetazo acabó por tirarlo al suelo. Anna que finalmente había conseguido liberarse de la mano que tenia sobre su boca mordiendo un dedo de aquel hombre, empezó a gritar el nombre de Adam.

Adam alzó la cabeza del suelo con la cara sucia, un ojo hinchado y el labio partido. A pesar de ello sonrió al mirar a Anna; era una sonrisa cansada pero Anna pudo ver algo más escondido en aquella sonrisa.
Se escuchó un grito y al unísono, los cuatro levantaron la cabeza al cielo.
Una mujer estaba asomada a una pequeña ventana con gesto horrorizado. Fue apenas un instante, la mujer desapareció de la ventana. Ambos hombres se miraron. Las sirenas no tardarían en sonar en la calle.

Los hombres se esfumaron del callejón dejando a los chicos solos en el callejón que pronto fue iluminado por las luces de los coches de policía.
No les hicieron muchas preguntas sobre lo que había ocurrido allí y curaron las heridas de Adam.

Anna no se separó de él en ningún momento, la chica aun estaba desorientada y encontraba en él una especie de salvavidas a toda esa locura. Él por su parte la apartó de todo el jaleo.

Cuando se hubieron alejado Anna se volvió hacia él con los ojos aun brillantes de lágrimas, sus labios articularon una única frase antes de ponerse de puntillas y dejar un beso lleno de infinita ternura.


"Quizás esta pareja salga o no salga bien, pero esa noche, ese instante nunca abandonará sus mentes. Quizás esta historia se repita en alguna calle oscura cualquier otra noche y recordar, por favor, que quizás no haya un Adam esa vez"

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