Mandamos a los niños mensajes contradictorios acerca de cómo hay que comportarse. Les enseñamos a no pelearse unos con otros, a ser pacíficos, pero también les enseñamos a no pelearse unos con otros, a ser pacíficos. Pero también les enseñamos la crueldad, pero no de forma directa claro.
Les enseñamos a matar, sí, a matar. A que toleren la crueldad hacia los más indefensos.
Y así, creamos adultos hipócritas, que no saben amar.
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