Me miro en mi pequeño espejo personal. Un espejito verde e inquieto. Lleno de luz y de calor. Lleno de tantas cosas que no conoce.
Saltan chispas entre mi espejo y yo. Se esconde. Y lo busco. Y lo encuentro una vez más.
Abarcarlo todo quiere con su reflejo. Se fascina, se sorprende, se alegra y se asusta.
Se enamora y se enfadaba. Cada día es diferente. Me muestra cosas diferentes y parecidas a la vez.
Y en todos esos reflejos que muestra, se transmite una sensación. Esa sensación que me recorre de arriba a abajo. Que me eriza cada poro de mi piel. Que despierta a mis mariposas de su invierno.
Esa sensación de verme a mi, y solo a mi, en sus ojos verdes, envolviéndome con tanto amor y ternura que deseo estar siempre ahí.
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