-Él no es humano- respondió
+¿Y por qué iba a serlo? ¿Esperas que los ángeles sean humanos?

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martes, 26 de julio de 2011

Un color: Azul

Finalmente y como esperaba sus amigas la sacaron de su habitación y de la casa con unos pantalones cortos negros y una camisa ancha azul cielo con el hombro caído. De lo que no habían conseguido convencerla era de que se pusiera unos tacones, se había negado en rotundo y únicamente estaba dispuesta a ponerse sus botas negras.

Bares, luces y varias copas se sucedían ante sus ojos. La ciudad estaba preciosa aquella noche, las invitaba a divertirse, a olvidar.

Tras unas copas Iris se dejó ir del brazo de sus amigas, el alcohol le había echo olvidar lo que el tiempo no había logrado. Era maravilloso.

-Vamos a por otra ronda- gritó Kate  para hacerse oír por encima de la música a todo volumen. Ella y Helena desaparecieron entre el gentío. Miró a su alrededor. Los cuerpos se balanceaban adelante y atrás, al compás de la música.

De repente, azul. Esos ojos la atraían como un imán, no podía dejar de mirarlos, y él debió de darse cuenta porque se acercó a ella. Debió de ser el alcohol,  o quizás las ganas de empezar de nuevo, pero a los pocos minutos hablaban y reían juntos.
Llegó la hora de irse y ninguno lo deseaba.

-Dame tu número, así podremos quedar otro día- le dijo él.
-De ninguna manera- respondió Iris con una carcajada- dámelo tu y yo te llamaré.

La acompañó a casa tras un corto paseo en su coche gris metalizado. El trayecto fue aun más corto. Iris no paraba de hablar, de esto y de lo otro, mientras él asentía sonriendo.
La llevó hasta la puerta y allí, la besó. Se despidieron con la mano y subió a casa a tiempo como para ver como un coche gris desaparecía a la vuelta de la esquina.

Iris se levantó del sofá con un gran dolor de cabeza y aun vestida con la ropa del día anterior.

-¿Qué tal ayer?- inquirió Helena - Llegaste tarde a casa, ¿dónde estuviste?
Kate la miraba desde el otro extremo de la habitación con la misma mirada de curiosidad que su amiga.

Y todo le vino a la cabeza, el bar, las copas, el azul de sus ojos, la despedida en el portal. Sonrió sin evitarlo pero le sobrevino la desesperación. El número, no tenia su número. Ni siquiera sabía su nombre.

-¿Qué tienes en el brazo?- preguntó Kate que se había acercado.

Se miró el brazo y ahí estaba.
Jorge 633589257

Sus amigas no necesitaron más explicaciones para saber lo que había ocurrido.

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