Inspiras.
Está preparada.
Comienza la música. Lenta, sugerente.
Cierra los ojos.
Las notas tiemblan en cadencia rota, se derrumban, se caen.
Las recoge justo antes de desvanecerse.
Reviven. Ríen y lloran juntas en un baile interminable.
Vuelan. Inundan la sala.
No hay límites para su danza.
Roza y acarician almas y corazones a su paso.
Relatan su vida, sus sueños.
Transmiten esperanza y dolor, y angustia, y superación, y alegría, y miedo.
Es su vida. Es tu voz.
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